domingo, 26 de diciembre de 2010

EL QUIJOTISMO.

Una amiga de las entrañas del más allá de los tiempos, desde la castellana Madrid, me hizo llegar estos párrafos, que ella consideró adecuados como manera de explicar su visión de algunas cosas. Compartiendo con ella su visión, los copio a continuación:


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“ …. El quijotismo -inserción de un sistema axiológico de ideales en el mundo real, mediante el esfuerzo humano- es una actitud vital muy propia de los pueblos hispánicos. Lo que verdaderamente vale para los hispanolocuentes, no es el éxito, sino el esfuerzo. Nuestro modo de vida quijotesco estriba, ante todo, en una actitud proyectiva idealista.

Don Quijote, individualista hasta los tuétanos, afirma de bulto su personalidad, su libertad. Molido y maltrecho vuelve a cabalgar siempre con nuevos bríos en busca de más audaces aventuras. Nunca perdió su tenacidad. Idealista profundo, no deja por ello de ser realista. Para el aumento de su honra y para el servicio de su república se hace caballero andante y se esfuerza por deshacer todo género de agravio.

Absorbido en la visión de una recta ascendente, este «hombre gótico» combate con follones y malandrines. Don Quijote vive en tensión constante con la dura realidad

Loco estaba Don Quijote porque no pensaba como el común de las gentes. Loco porque no se acomodaba a la realidad de todos aquellos «cuyos pensamientos jamás habían sobrepasado la altura de sus sombreros». Su realidad estaba en otras regiones donde no podían respirar los barberos, los bachilleres, los duques y los arrieros.

Convencido de su ideal caballeresco y de la noble misión que tenía que llevar a cabo por las llanuras del Planeta, Don Quijote ofrenda su sangre y su vida a la conquista de un ideal.

El Quijote es tan hispanoamericano como es español. Es típico del iberoamericano aceptar la pelea por una causa justa, sin plantearse el problema del triunfo o de la derrota. De antemano está dispuesto a sufrir el fracaso, si el honor le impone librar la batalla. Para que siga adelante la fe y la exigencia del bien, arriesga su comodidad y la vida misma.

Don Quijote es un personaje con una vocación claramente definida y acatada. Es caballero andante porque quiere combatir, con enérgica voluntad, la acción perversa de los malos

Don Quijote se nos aparece como un ser contrapuntual y complejo, desconcertante incluso, pues aunque está sujeto a leyes cosmológicas y biológicas, anda palpitante de impulsos de puro espíritu, camina rompiendo las amarras en tensas aspiraciones de infinito.

Vive Don Quijote en dos mundos -que en él se encuentran- sin poder vivir bien en ninguno de los dos. El mundo fenoménico y externo le desagrada porque ofrece resistencia a la realización de sus ilusiones y de sus ideales. Pero tampoco puede instalarse, al margen de la vida, para contemplar angelicalmente el reino de las puras esencias y de los valores. Parcialmente determinado por su animalidad y por las leyes físicas y sociales de su contorno, se aferra con gran energía a su libertad.

Todo hombre tiene una cosmovisión más o menos larvada o más o menos explícita. No se trata tan sólo de una concepción racional del universo. Trátase de algo más: creencias y convicciones sobre la existencia humana y sobre el mundo, tendencias y hábitos emocionales, sistema de preferencias y finalidades ante el enigma de la vida... Y es sobre la base de esta cosmovisión como decidimos acerca del significado y sentido del mundo y sobre el ideal de nuestra existencia completa.

Es el espíritu quijotesco el que nos mueve a alzar nuestra voz, a embrazar nuestra adarga y embestir con nuestra lanza a esta tierra plagada con molinos de iniquidades. Y de esta locura gloriosa no nos podrán curar nunca. …” *
*Extracto de “Filosofía del Quijote (un estudio de antropología axiológica)” , de Agustín Basave Fernández del Valle


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